domingo, 31 de julio de 2016

¿Los 80 contra los 90?

"Trump vs. Clinton son los 80 contra los 90," titula Timothy Noah en POLITICO Magazine. "La mejor manera de entender estas elecciones es como un choque entre décadas," esribe, antes hacer una disección de los dos personajes y las décadas en las que siguen ancladas sus imágenes públicas.


"Los ochenta y los noventa siguen siendo lo que Trump y Clinton, respectivamente, son -o al menos lo que parecen la mayor parte del tiempo-. Los ochenta fueron la década en la que Trump emergió como un símbolo local de los descarados nuevos ricos de la ciudad de Nueva York y se valió de eso para conseguir fama nacional. Su gusto por el mármol italiano y los elementos chapados en oro combina a la perfección con una década que ensalzaba la ostentosa exhibición de la riqueza personal. Para Clinton, los años noventa, una década dominada por la prosperidad impulsada por la tecnología, afirmaron la convicción de que la capacidad mental y el idealismo podían derrotar las amargas divisiones políticas. Entró en la Casa Blanca como una socia exclusiva de un dúo decidido a apoderarse de un centro político que se evaporaba más rápido que el helio líquido ("Dos por el precio de uno," prometió su marido Bill)."


El artículo completo, aquí.


Si nos vamos al cine en busca de inspiración para situar a los personajes, a Trump lo encontraríamos en las películas que nos mostraban lo divertido que sería ser obscénamente rico, y que se convirtieron en todo un subgénero dentro la comedia americana urbana de, precisamente, los años ochenta, con ejemplos como Arthur, el soltero de oro (1981) de Steve Gordon, Su juguete preferido (1982) de Richard Donner,  Entre pillos anda el juego (1983) de John Landis, El gran despilfarro (1985) de Walter Hill o El secreto de mi éxito (1987) de Herbert Ross.


Podríamos llamarlo el 'subgénero Trump.' Aunque todas ellas tenían una enseñanza moral desfavorable a los intereses de Trump (sería el villano de esas historias), los personajes (los héroes) no renunciaban a su legítima meta de enriquecerse, y se aceptaba sin complejos que el hacer dinero era la esencia actual del espíritu de la evolución.


En El gran depsilfarro, Monty Brewster tiene que gastar 30 millones de dólares en un mes para poder heredar 300 millones. Y qué mejor modo de gastar dinero que montando una campaña electoral populista y políticamente incorrecta animando a los votantes a que no voten "a ninguno de los anteriores."






En El secreto de mi éxito, Brantley Foster deja Kansas para triunfar en Manhattan, porque no es lo mismo triunfar en Wichita que triunfar en Manhattan. Donald dejó Queens, donde su padre había tirunfado, para triunfar en Manhattan, que era la puerta a la fama nacional.




Y para Hillary ¿qué películas de los 90 se os ocurren?

2 comentarios:

  1. En los noventa hay muchas películas en las que el Gobierno de Estados Unidos (o más bien, agentes u organismos de éste) es el villano. También en series, como "Expediente X". Hillary, tan fría y profesional, un ejemplo de manual de político del sistema americano, no desentonaría en muchas de ellas. Por ejemplo, "Species" (1995), "Conspiracy Theory" (1997), "Mercury Rising" (1999)... También me viene a la mente la alcaldesa insensible de "Pánico en el túnel" (1996).

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  2. ¡Cierto! No lo había visto desde ese prisma. Su imagen pública podría encajar en ese perfil del político o burócrata (o incluso consorte del político, como vemos en 'A la hora señalada' de John Badham) que lidera su propia camarilla dentro del monstruo del gobierno para promocionar su ambición personal. Gracias por la aportación Espantapájaros ;)

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