domingo, 8 de mayo de 2016

Trump llevó su espectáculo al estado de Washington



A pesar de no tener rival en las primarias republicanas, Donald Trump (R) continúa  su gira electoral por los estados que todavía no han votado. Este sábado, tocaba el estado de Washington, que celebra su primaria republicana el 24 de mayo. (Hay que reconocerle el compromiso con sus seguidores de todos los sitios. Hace cuatro años, cuando se quedó sin rivales en las primarias, Mitt Romney se alejó del circuito electoral y se concentró en recaudar fondos.) Ayer, Trump regaló un mitin al aire libre a los vecinos de Lynden, un pueblo grande o una pequeña ciudad de unos 12,000 habitantes situada a unos 8 kilómetros de la frontera con Canadá, cerca de donde estaría Twin Peaks en una realidad paralela (¡Benjamin Horne para Vicepresidente!).


No están acostumbrados en el
condado de Whatcom a recibir visitas de candidatos presidenciales. El evento social más importante de la zona suele ser la Feria del Noroeste de Washington, y suelen tener todo el año para prepararla. La visita del personaje más mediático del momento se anunció solo con unos días de antelación.


La expectación era máxima.
Más de 5,000 personas ocupaban las gradas, el aforo máximo, mientras cientos más de seguidores y manifestantes formaban filas en los alrededores para recibir a la comitiva del candidato. No obstante, no hubo demasiados problemas (solo tres arrestos por bloquear el acceso a la comitiva).


Durante tres cuartos de hora, Trump, con su gorra roja con el lema "Hagamos América grande otra vez," repasó sus victorias en las primarias y
aseguró que puede ganar el estado de Washington en noviembre, a pesar de que ningún republicano lo ha logrado desde 1984, si bien es verdad que tampoco se ha intentado (George W. Bush es el que más cerca estuvo, quedando a solo 5 puntos de Al Gore en 2000). "Podemos ganar el estado de Washington," dijo Trump varias veces.


Aunque es un estado blanco en casi un 80 por ciento, es altamente improbable que Trump pueda ser competitivo allí debido al peso de Seattle, una de las ciudades más izquierdistas del país. Lo que busca el candidato es una explosión de voto popular nacional teniendo movilizados a todos sus potenciales votantes, incluidos los que no se suelen tomar la molestia en ir a votar en este tipo de estados al no ser competitivos.


El candidato trumpublicano prometió "un muro precioso" en la frontera con México, advirtió a los washingtonianos del supuesto peligro que puede suponer acoger a refugiados sirios y, sobre todo, acusó a los políticos profesionales de negociar acuerdos comerciales que perjudican al trabajador estadounidense, y lo hizo mientras recitaba estadísticas sobre los empleos bien pagados que se han perdidos en la industria y la construcción.


Se burló de dos de sus rivales más críticos, el "peso ligero" Lindsey Graham y Jeb "poca energía" Bush. Pero su diana preferida fue la demócrata Hillary Clinton. La llamó "fraudulenta" varias veces y dijo que tiene una política exterior de "gatillo fácil" que implicará a EEUU en numerosas guerras que no le interesan. Hillary también abolirá la Segunda Enmienda, advirtió Trump.


"¿Podéis imaginar otros cuatro años de los Clinton? Es hora de pasar a otra cosa," dijo.


Bill Clinton ratificó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), recordó Trump. "Esos acuerdos comerciales son un desastre," dijo, citando la pérdida de empleos que han supuesto en el norte del estado de Washington.


Trump respondió a los intentos de los demócratas de retratarlo como un candidato anti-mujeres, y lo hizo atacando. "Nadie respeta a las mujeres más que yo," dijo. "Ella [Hillary] está casada con un hombre que... nadie, nadie en la historia de la política ha sido peor con las mujeres o ha abusado de más mujeres que Bill Clinton."


El público quedó satisfecho. Rodeado de agentes del Servicio Secreto, Trump bajó a firmar autógrafos a sus seguidores al final del evento.




Horas antes, el candidato había visitado una ciudad más acostumbrada a las visitas de los candidatos, Spokane, donde sus desconfiados y orgullosos votantes siguen la consigna del "Déjame en paz" (fue una de las ciudades calientes de Ron Paul en 2012).


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