Bernie Sanders (D) ha entrado en la carrera presidencial con una breve y desmadejada rueda de prensa en los exteriores del Capitolio de EEUU en Washington, DC en la que no ha hecho ni una sola concesión al artificio propio de estas ocasiones. Ni siquiera ha pronunciado las palabras mágicas (ha cambiado el 'me presento a Presidente' por "no tenemos mucho tiempo porque tengo que volver" al Senado).
Delante de un modesto atril sin distintivos ni eslóganes, sin la presencia de ningún familiar ni amigo, sin sonrisas para los fotógrafos y sin introducciones, el senador por Vermont ha dicho que lo que le motiva es luchar contra la influencia de los multimillonarios en la política y ha presumido de no haber emitido nunca un anuncio negativo contra un rival político.
Quiere una campaña honesta que sea "un debate serio sobre asuntos serios."
"Permitidnos discutir los asuntos importantes," ha pedido a los medios de comunicación.
Preguntado sobre qué le diferencia de Hillary Clinton, su principal rival en la lucha por la nominación demócrata, Sanders ha citado su voto en contra de la guerra de Iraq y su oposición al Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP).
"Estamos en esta carrera para ganar," ha dicho.
Se ha ido caminando por donde ha venido.
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