Se llama "momentum" a cuando un candidato - o precandidato en este caso - gana impulso y todo empieza a fluir sin demasiado esfuerzo. Es lo que está viviendo Scott Walker (R) en el último mes entre los activistas conservadores y los medios de la derecha.
Para muestra, dos botones.
"Scott Walker está ganando la primaria de Drudge," escribía ayer Chris Cillizza (The Fix), destacando que Drudge Report mantuvo durante horas en su portada el titular "Walker sacude New Hampshire."
Drudge Report es uno de los puntos de consulta de información más visitados por los simpatizantes republicanos y en 2012 - por la estrecha relación entre Matt Drudge y el campaign manager de Romney, Matt Rhoades - jugó un papel esencial en la victoria de primarias de Mitt Romney, al ser el medio donde Team Romney hacía circular material que impactase negativamente en la imagen de sus rivales.
Seducir a Matt Drudge es una misión imporante para cualquier candidato republicano y, hasta el momento, parece que Walker lo está consiguiendo.
A pesar de no destacar por sus opiniones sobre la política exterior, el gobernador de Wiscosnin es también portada del nuevo número de la revista The Weekly Standard, también conocida como "la biblia neoconservadora" por la influencia que tiene sobre la opinión de los votantes cuya prioridad son la política exterior y la seguridad nacional.
Vemos a Walker inmovilizando a un burro - símbolo del Partido Demócrata - enrollando una cuerda alrededor de sus patas. La imagen recuerda a las típicas exhibiciones de lazadas de becerros que se hacen en las ferias agrícolas del Oeste y el Medio Oeste para marcar o inspeccionar el ganado.
"¿Empieza el camino hacia la Casa Blanca en Wisconsin?," se pregunta John McCormack en páginas interiores.
McCormack destaca que la simple mención del nombre de Walker provoca agitación en los medios liberales. El entusiasmo que ha generado en las últimas semanas en los sectores republicanos ha sido proporcional a la aspereza de los sectores demócratas que, como en 2012 y 2014, lo han convertido en un objetivo prioritario. Por ejemplo, John Cassidy, de New Yorker, lo describió hace poco como "un político odioso cuya ascensión a la Presidencia sería un desastre" al tiempo que advertía que "a pesar de todos sus horrores, Walker es un aspirante serio."
Y es que a lo largo de su carrera, el republicano de Wisconsin ha demostrado ser un tipo con buena suerte - para unos es fortuna, para otros es don de la oportunidad -, como ha sido el caso de muchos hombres que llegaron a la Presidencia. "A lo largo de su carrera, Walker ha tenido suerte con sus enemigos," recalca McCormack. "En 2002, fue elegido por primera vez jefe ejecutivo del condado de Milwaukee después de un escándalo de pensiones que afectó a su antecesor demócrata. En 2011, los manifestantes sindicales podrían haber tumbado la ley en cuestión si no se hubiesen comportado de forma tan estrafalaria. Ahora, los desmesurados ataques de la prensa podrían ayudar a Walker a ganarse la simpatía de los votantes."
Ganar momentum es difícil - que se lo pregunten a Bobby Jindal, al que ya solo le falta hacer juegos malabares con tres pelotas para que se fijen en él -, pero más complicado suele ser conservarlo - que se lo pregunten a Rick Perry. De momento, la táctica de Walker de visitar los mismos estados que Bush un día después de Bush - lo hizo en New Hampshire y lo volverá a hacer esta semana en Carolina del Sur - parece bastante eficaz para reforzar su imagen como la alternativa número uno a Bush.
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