Seguidores de Bernie Sanders. (Foto: Scott Morgan/Reuters) |
El evidente éxito de público de Bernie Sanders (D) está "disparando la preocupación entre los asesores y aliados de Hillary Rodham Clinton, que creen que el senador por Vermont podría rebasarla en las encuestas de Iowa antes de otoño e incluso derrotarla en la primera competición de la nación para la nominación," escriben Amy Chozick y Patrick Healy en The New York Times.
"Algunos asesores de Clinton," según Chozick y Healy, "reconocen que se han visto sorprendidos por el impulso de Sanders y dicen que hay suficientes votantes liberales en Iowa, incluidos muchos que apoyaron a Barack Obama o John Edwards en 2008, que pueden generarle problemas allí."
La campaña de masas de Bernie está poniendo en cuestión la estrategia de Clinton de escuchar a pequeños grupos de votantes en eventos restringidos.
"Creo que subestimamos que Sanders atraería tan rápidamente a muchos demócratas en Iowa que no eran probables partidarios de Hillary," declara un asesor de la ex secretaria de Estado. "Es demasiado pronto para cambiar la estrategia porque nadie sabe si Sanders será capaz de mantener a estos votantes en los meses venideros. Nosotros estamos trabajando duro para ganarlos, pero, sí, es una competición real."
Reconocen que Hillary puede estar en una posición delicada en Iowa, pero todavía no dudan que sigue estando mucho mejor posicionada que Bernie para ganar la nominación demócrata porque el senador por Vermont "es un candidato nacional que no ha sido puesto a prueba, que tiene mucho menos dinero que ella y cuya tendencia "demócrata-socialista" es una cosa execrable para muchos americanos. Mientras tanto, los asesores de Clinton tienen una experiencia amplia consiguiendo victorias inesperadas y resurrecciones electorales, y Clinton a menudo se desempeña mejor cuando está bajo la presión de sus rivales."
El problema es que empezar con una derrota en Iowa, como en 2008, "indicaría una vulnerabilidad de Clinton en un momento en el que busca unir al Partido Demócrata detrás de su candidatura y, sobre todo, demostrar a su impaciente ala liberal que puede representar sus intereses. Una victoria de Sanders también podría motivar más la recaudación de fondos para él."
"Desde la perspectiva de Clinton, Sanders ha pasado de ser una molestia a ser una amenaza," opina el consultor demócrata Carter Eskew. "Un consuelo," dice Eskew, "es que Sanders ya no se acercará a nadie sin hacer ruido. La campaña de Clinton tiene tiempo para ajustar sus expectativas, si no la estrategia."
Perry Bacon, Jr. analiza en NBC News los límites del crecimiento de Sanders echando la vista atrás.
"El ascenso de Bernie Sanders, al menos ahora mismo, se parece mucho al de Howard Dean hace doce años," escribe Bacon. "Dean, ex gobernador de Vermont, celebró mítines en Nueva York y Seattle en el verano de 2003 que atrajeron a más de 10,000 personas, como hizo Sanders en Madison, Wisconsin el miércoles. Dean era visto entonces como un hombre de principios por los liberales, el único candidato demócrata destacado que se había opuesto a la guerra de Iraq.
"Ahora es Sanders el que está tomando las posiciones valientes y progresistas que la izquierda del partido quiere: oponerse al acuerdo comercial trans-pacífico, exigir un sistema sanitario universal dirigido por el gobierno y universidades estatales gratuitas, y describir a EEUU como un país en el que los ricos tienen demasiado poder.
"El icono de la izquierda en 2003, Al Gore [también crítico con Iraq], respaldó a Dean. Ahora, Elizabeth Warren, la querida de los liberales y senadora por Massachusetts, elogia a Sanders y deja abierta la posibilidad de apoyarlo por delante de Hillary Clinton."
Dean, "en un sentido tradicional, perdió en 2004," aunque tuvo una gran influencia en el futuro del partido.
Bacon también menciona las campañas presidenciales de Jesse Jackson en 1984 y 1988, que "juntaron un fuerte apoyo afroamericano con un apoyo entusiasta de algunos blancos liberales, pero no fue capaz de ganar la nominación, en parte por la oposición del establishment demócrata."
Como Jackson, "Bill Bradley en su desafío de 2000 contra el Vicepresidente Gore, Dean en 2004 y el Presidente Obama en 2008 suscitaron el apoyo de los activistas muy liberales que no abrazaron al candidato del establishment del partido. Dean y Obama en particular se hicieron famosos por atraer a grandes multitudes, incluso en estados en los que no ganaron."
"Obama, especialmente en las primeras fases de 2007, dio algunas señales de ser el siguiente Howard Dean, un camino que no le hubiera llevado a la victoria," recuerda Bacon. "Pero fue capaz de forjar un apoyo más amplio que Dean en el establishment del Partido Demócrata. Obama gustaba lo suficiente entre las élites del partido para que muchos en el partido optaran por apoyarlo o permanecer neutrales en lugar de apoyar a Hillary Clinton, la favorita. Así que después de que Obama ganase Iowa fue capaz de conseguir el apoyo de figuras importantes del partido como Ted Kennedy y John Kerry."
Obama ganó Iowa valiéndose de los blancos liberales, pero más adelante supo "combinar victorias en estados con una fuerte tradición liberal (como Wisconsin) y en estados con una gran población negra (como Mississippi) para derrotar a Clinton."
Para repetir la única experiencia ganadora de esas cuatro, la de Obama, Sanders necesitaría "ganar Iowa y después desarrollar una base más amplia que la de los blancos liberales para ganar las primarias. Lo último puede ser el mayor desafío. Iowa está llena del tipo de liberales blancos a los que les gusta Sanders. Pero su ascenso hasta ahora se ha concentrado entre los demócratas blancos y liberales, mientras las encuestas muestran que los negros y los hispanos y los demócratas moderados favorecen a Clinton.
"Un candidato liberal insurgente sin un fuerte apoyo de los negros o sin atractivo para los moderados tendrá dificultades para ganar en estados como Carolina del Sur y Pennsylvania. La falta de apoyo en el establishment del partido también podría ser un problema para Sanders. La mayoría de los senadores demócratas ha apoyado a Clinton. Ella ha recaudado más de 45 millones de dólares en los primeros tres meses de su campaña, en comparación con los 15 millones de Sanders. Incluso Dean ha apoyado a Clinton."
Hay algo que puede jugar a favor de Sanders, señala Bacon: que "la naturaleza del Partido Demócrata ha cambiado desde los días de Dean y Jackson. En la era Obama, el Partido Demócrata se ha vuelto más liberal en muchos asuntos y la influencia de la izquierda es fuerte."
Pero Sanders necesita sí o sí a los negros para competir por la victoria en los grandes estados y en el Sur - en los estados sureños y en las grandes urbes como Philadelphia y Detroit, los negros tienen una influencia desproporcionada en las primarias demócratas. Que los negros lo apoyasen como un bloque compacto fue la clave que permitió a Obama ganar la nominación demócrata en 2008 - excluyendo el voto negro, Hillary derrotó a Obama 57%-42% -, o lo que convirtió a Jackson en la alternativa más potente en las primarias demócratas de 1988, llegando a ser el front-runner brevemente tras su impactante victoria en Michigan. Como os he dicho muchas veces, no es casual que las dos primarias demócratas más disputadas de los últimos 25 años tuviesen a un negro importante en competición.
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