jueves, 3 de septiembre de 2015

Miami pide paciencia

No pasa nada, paciencia. (Foto: David Goldman/AP)

"No es así como Jeb Bush pensaba que terminaría su verano. El candidato que una vez fue visto como el más probable nominado presidencial republicano está languideciendo en las encuestas, su recaudación de fondos se ha ralentizado, y sufre mofas diarias por parte del rival que lo ha desbancado como el favorito, Donald Trump," escriben Robert Costa y Philip Rucker en The Washington Post.

"En medio de todo eso," escriben Costa y Rucker, "Bush se aferra a la misma estrategia que él y sus asesores prepararon hace meses: establecerse a sí mismo como un conservador reformista probado que sirvió ocho años como gobernador de Florida, capear la caótica temporada previa a las primarias y esperar a que el partido se una en torno a él.

"Aunque cambie de táctica a corto plazo para contraatacar a Trump, Bush está caminando lentamente, volviendo una y otra vez en sus apariciones a la zona de confort de sus años en Tallahassee, la capital de Florida, cuando era un líder alfa y sus compañeros republicanos se mostraban más sumisos que desafiantes."

Han decidido atacar a Trump porque se han dado cuenta de que el empresario "está en esto para un viaje largo," dice el campaign manager de Bush, Danny Diaz (él escribe Díaz sin tilde, así que habrá que escribirlo sin tilde). "Creo que eso está bastante claro. Creo que también está claro que pretende hacer una campaña válida," dice Diaz.

Pero en el cuartel general de la campaña del ex gobernador de Florida al oeste de la pequeña Habana en Miami, sus asesores utilizan frases como "juego largo," "lento pero firme" y "contar nuestro relato," para explicar su estrategia.

"Primero y principalmente, esa es la campaña que estamos haciendo de resaltar su historial de reformas y resultados," explica Diaz.

"Tenemos que concentrarnos en las cosas que importan a los votantes en estados como New Hampshire, y lo que importa a los votantes en New Hampshire es la parálisis total que hay en Washington," dice Diaz. "La ciudad no funciona. Es todo palabrería y caos, nada de resultados. Lo que quieren es un reformador conservados probado."

"La campaña calcula que los votantes eventualmente se reunirán en torno a Bush como un candidato de consenso que es aceptable tanto para las figuras del establishment como para los activistas conservadores," escriben Costa y Rucker en el Post, "y, lo que es más importante, que puede ganar las elecciones generales."

"Creo que los partidarios de algunos de esos candidatos que no han sido capaces de mantenerse y están empezando a caer, se pasarán a candidatos clásicos como Jeb," dice un optimista Mel Sembler, amigo y recaudador de fondos de la familia Bush.

Team Bush sostiene que los conservadores que todavía "no están familiarizados con su historial de recorte de impuestos, disminución de la burocracia y firma de medidas contra el aborto" en Florida, cambiarán de opinión cuando Bush consiga "convencerles de que es uno de ellos."

¿Pero es realista ese cálculo cuando muchos conservadores siempre prejuzgarán a Jeb por su apellido? La realidad es que, de momento, no hay nada que indique que en 2016 los activistas conservadores puedan llegar a ver a un Bush como un candidato de consenso.

Además, necesitará que algunos rivales capaces de atraer a los conservadores sin espantar al establishment - en especial Marco Rubio, Scott Walker y John Kasich - no sobresalgan.

Bush "tiene que esperar que los candidatos híbridos más creíbles no prendan y que Trump colapse," dice el ex Gobernador de Minnesota y ex candidtao presidencial Tim Pawlenty, él mismo un candidato híbrido que no prendió en 2011. "Esas son muchas condiciones."

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