El Gobernador Walker hablando con sus asesores en su camerino antes del debate del miércoles. (Foto: @AndrewSnow) |
Animado por su explosión en las encuestas en la primera mitad del año, Scott Walker (R) permitió que su campaña se volviera demasiado grande demasiado pronto. Ahora, desvanecido en las encuestas, eclipsado en los debates, presionado por sus donantes y con casi un centenar de empleados con salarios altos en varios estados, en su equipo se preguntan qué han hecho mal y buscan culpables.
"Muchos patrocinadores [donantes] han dirigido su ira contra el 'campaign manager' Rick Wiley, que algunos partidarios de Walker creen que amplió el personal demasiado deprisa y ha fallado a la hora de calibrar los gastos durante la temporada recaudatoria de verano," desvelan Jenna Johnson y Matea Gold en The Washington Post.
"Una reciente estimación sitúa el número de empleados de jornada completa de la campaña de Walker en unos 90, y no ha habido recortes en los salarios como sí los hubo a principios de verano en la operación electoral del ex gobernador de Florida Jeb Bush" cuando éste vio que su rendimiento no era proporcional a las altas expectativas de su campaña.
"Hay mucho ruido que tiene que desaparecer," dice uno de los donantes de Walker. "La gente está preocupada."
Johnson y Gold señalan que la ansiedad entre los donantes y recaudadores del gobernador de Wisconsin se ha disparado "en las últimas dos semanas" y se ha aireado después del segundo debate con la intención de provocar cambios en el equipo.
Un ejemplo: Stanley S. Hubbard, un magnate de los medios de comunicación de Minnesota que se había comprometido desde el principio en exclusiva con Walker, dice ahora que, aunque mantendrá su apoyo al gobernador de Wisconsin, está considerando empezar a contribuir también a las campañas de Marco Rubio, Carly Fiorina y Chris Christie.
"Creo que podría ayudar también a otros candidatos," declaró Hubbard al Post inmediatamente después del segundo debate, en el que Walker no consiguió cambiar las cosas. "Podría haber unos cuantos buenos candidatos."
"Los donantes han empezado a mantener teleconferencias espontáneas, improvisando media docena de personas al teléfono para tratar de resolver qué debería hacer el gobernador," cuentan Johnson y Gold. "Varios partidarios dicen que les gustaría ver la adición de Keith Gilkes a la campaña, el hombre de confianza de Walker que dirigió sus campañas a gobernador y que ahora está encabezando el súper PAC pro-Walker. Gilkes viajó a Nueva York hace un par de semanas para encontrarse con importantes recaudadores de fondos y les transmitió su preocupación sobre la dirección de la campaña, según tres personas conocedoras de las reuniones."
En público, Gilkes mantiene un discurso diferente.
"Creo que esa es una historia muy sensacionalista que no es verdad," dice Gilkes al Post. "Yo estoy comprometido con 'Unintimidated PAC.' Tenemos una estrategia, y pretendo ejecutar esa estrategia para ayudar al gobernador a convertirse en el nominado republicano."
Exista o no un complot en el círculo de asesores y donantes que acompañan a Walker desde sus campañas a gobernador de Wisconsin para deshacerse del 'campaign manager' Rick Wiley, un hombre con amplia experiencia nacional que se unió al equipo a principios de año y no pertenece al entorno más cercano del gobernador, no parece que Wiley vaya a entregar su cabeza fácilmente.
"No me voy a ninguna parte," declaró ayer el director de la campaña a The Capital Times desde el cuartel general de la campaña en Middleton, un suburbio de Madison. "Ha empezado la temporada de rumores viciosos. Las informaciones sobre mi defunción son muy exgeradas."
Ayer algunos medios daban por hecho que Walker abandonaría a Wiley, pero el candidato lo desmintió. Por el momento, Walker no contempla hacer cambios en la dirección de su campaña. Lo que sí se contempla es una reducción del personal más allá de Iowa. La idea es replegarse de otros estados para concentrarse en Iowa.
Os recomiendo la lectura de la disección de la campaña de Walker que hicieron hace unos días Rich Lowry y Eliana Johnson en National Review.
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