El Donald celebra la victoria en Carolina del Sur. (Foto: Spencer Platt/Getty)
"Se está haciendo evidente por qué la gente está votando a Donald Trump," escribe Julie Bykowicz en Associated Press. "Casi la mitad de los votantes republicanos de Carolina del Sur dijo que Trump es el candidato en el que más confía para manejar la economía, más del doble que la proporción de ningún otro candidato. Más de 7 de cada diez dijeron que están muy preocupados por la economía, y Trump aventajó tanto al Senador por Texas Ted Cruz como al Senador por Florida Marco Rubio entre esos votantes."
"Donald Trump ganó la primaria republicana en Carolina del Sur, lo que es claramente algo malo para las élites del Partido Republicano," escribe Andrew Prokop en Vox. Pero puntaliza: "Alejémonos un poco de la noche y la foto parece un poco mejor para ellos."
"En concreto," escribe Prokop, "ahora parece cada vez más probable que Marco Rubio será el último candidato en pie contra Trump - en especial ahora que Jeb Bush se ha retirado de la carrera. La estrategia de Cruz depende de ganar el Sur. Así que perder por 10 puntos ante Trump en lo que se suponía que era Territorio Cruz (sureño, conservador y evangélico) es un gran golpe a su campaña."
Son las dos interpretaciones que más estamos escuchando y leyendo en las últimas horas de dos tipos de observadores, los que son "optimistas sobre Trump" y los que son "pesimistas sobre Trump."
Nate Silver (FiveThirtyEight) enumera los argumentos de las dos partes.
Los que son optimistas sobre las posibilidades de Trump dicen: "Trump ha ganado fácilmente dos de los tres primeros estados. Trump encabeza las encuestas en casi todos los estados restantes. Trump está en cabeza en número de delegados. Trump ha sido extremadamente resistente a pesar de que los expertos han pronosticado constantemente su defunción. Está en el 35 por ciento en las encuestas desde hace meses. ¡Más regular imposible!"
Los que no creen en las posibilidades de Trump dicen: "Trump está ganando estados, pero solo está consiguiendo un tercio de los votos. Trump tiene un techo relativamente bajo de apoyos. Trump ahora tiene un rival principal: el Senador por Florida Marco Rubio."
"Una persona razonable," dice Silver, "decidiría el caso de la siguiente manera: sí, si la nominación republicana se convierte en una carrera de dos hombres entre Trump y Rubio, podría estar muy igualada. Pero podría ser que eso no ocurra, o que por lo menos no ocurra por un tiempo, no hasta que Trump haya sacado una gran ventaja en delegados. Lo que ocurra en una carrera de tres personas entre Trump, Rubio y Cruz es un poco nebuloso. Esta persona razonable admitiría que Rubio tiene una oportunidad. ¿Pero quién es el favorito? ¡Trump!"
"Los escépticos con Trump podrían sacar un último argumento," escribe Silver. "Afirmarían, quizás de forma más provisional que antes, que las élites del Partido Republicano todavía tienen cierta capacidad para influenciar la carrera. Puede que a los votantes no les importe lo que el establishment piense, pero políticos republicanos individuales pueden todavía tener alguna influencia -el apoyo de la Gobernadora de Carolina del Sur Nikki Haley a Rubio muy probablemente ayudó a éste, por ejemplo. Estas élites tienen un montón de dinero para malgastar, en especial con Bush fuera. Tienen otras ventajas más sutiles: pueden llenar las gradas de un debate de partidarios de Rubio, por ejemplo. O pueden intentar dictar sentencia mediante la fuerza bruta: si la carrera republicana desemboca en una convención abierta, que no es en absoluto inimaginable, estaríamos de repente de vuelta en la época previa a 1972."
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