Donald Trump en su último mitin de 2016, en Grand Rapids.
Grand Rapids, la ciudad del Presidente Gerald Ford, un feudo demócrata dentro de un feudo republicano, el condado de Kent, en el oeste de Michigan, ha sido el lugar escogido por Donald Trump para el último acto de una de las campañas más sorprendentes de la historia de EEUU (si gana, la más sorprendente).
Ronna Romney McDaniel, actual presidenta del Partido Republicano de Michigan y sobrina de Mitt Romney, ha dicho que ha sido la octava visita de Trump al estado de los Grandes Lagos desde que fue nominado.
"Él siguió viniendo aquí cuando los encuestadores y los expertos decían que no tenía posibilidades de ganar este estado," ha dicho McDaniel minutos antes de la llegada del candidato. "Porque le importa la gente de Michigan."
Fiel a su costumbre, El Donald, acompañado de Mike Pence (¡él también existe! ¡Puede ser Vicepresidente!) ha llegado con hora y media de retraso. Estaba previsto que hablara a las 11 de la noche, hora local, pero no lo ha hecho hasta las 12 y media.
"No necesitamos a Jon Bon Jovi. No necesitamos a Lady Gaga," ha empezado diciendo en una abarrotada estancia del centro de convenciones DeVos Place de Grand Rapids. "Todo lo que necesitamos son grandes ideas para hacer América grande. Eso es todo." Eso y 6,000 personas corrientes en un perímetro caótico.
"Ahora es oficialmente martes 8 de noviembre," ha dicho. "Hoy," porque ya es hoy, "vamos a ganar el gran estado de Michigan y vamos a recuperar la Casa Blanca."
"Hoy es el día de nuestra independencia," ha proclamado. "El día en el que la clase trabajadora americana finalmente contraatacará."
"Estamos a unas horas de un cambio que solo ocurre una vez en la vida," ha declarado. "Vamos a recuperar la industria del automóvil más grande, mejor y más fuerte que nunca antes."
Entre sus promesas, renegociar el NAFTA, bajar los impuestos y "construir un muro" en la frontera con México. "¿Quién va a pagar el muro?," ha preguntado incluso en su último mitin, un detalle revelador de su resistencia a cambiar a lo largo de la campaña. "¡México!," ha respondido el público.
Otras promesas: derogar y sustituir el Obamacare y terminar con el programa de refugiados sirios, que "importaría generaciones de terroristas" a EEUU.
"Que Dios os bendiga a todos. Idos a la cama, idos a la cama ahora mismo."
Obama ganó el condado de Kent (Grand Rapids) por poco en 2008, y se llevó Michigan por 16 puntos. Cuatro años después, fue Mitt Romney quien ganó el condado, pero perdió el estado por 10 puntos. ¿Se puede convertir una derrota republicana por 10 puntos en una victoria en cuatro años? Parece que Trump cree que sí. Clinton ha tenido una ventaja moderada en Michigan en la mayoría de las encuestas, aunque en las últimas horas hemos visto alguna excepción: la firma republicana Trafalgar Group da un punto de ventaja a Trump. Que tanto Clinton como Obama hayan hecho campaña esta mañana en el estado de los Grandes Lagos es un reconocimiento de que cualquier cosa puede ocurrir.
"La idea de que el nominado republicano esté buscando votos en el corazón azul claro de un estado sólidamente demócrata en la víspera de las elecciones podría parecer absurdo, y tal vez lo sea," escribe Joel B. Pollack, de Breitbart News, el primer medio que entendió el fenómeno Trump. "Pero es una apuesta calculada -a saber, que Trump será capaz de voltear Michigan, y quizá otros estados tradicionalmente demócratas, superando de este modo el cortafuegos que ha frustrado las ambiciones de los republicanos aspirantes al Despacho Oval en elecciones recientes."
Una estrategia valiente que puede ser digna de estudio en los próximos años, o de burla. Veremos.
Ted Wright ha sacado del baúl de los recuerdos el atrezo de la campaña de Ronald Reagan de 1980 y lo ha unido a un cartel de Trump 2016. Wright fue a ver a Reagan en 1980 y hoy ha ido a ver a Trump. Se ha hecho proteccionista porque es lo que se lleva ahora.
(Foto: Getty)
Largas colas para ver a Trump en los puentes del downtown de Grand Rapids
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