viernes, 5 de agosto de 2016

Campaña vintage: el ferrocarril

Hoy en día los candidatos presidenciales se desplazan en avión de un estado a otro, y por carretera entre ciudades próximas. Participan en grandes eventos en centros de convenciones, polideportivos o gimnasios de instituto en puntos estratégicos, obligando a los votantes de un puñado de condados a viajar unos kilómetros hasta el punto de encuentro. Salvo en estados privilegiados como Iowa y New Hampshire, los candidatos rara vez llegan hasta la puerta de tu casa si vives en un pequeño pueblo que no sea un núcleo suburbano de un área metropolitana.


No siempre fue así. En el
Siglo XIX, la expansión del ferrocarril revolucionó las campañas presidenciales. Convertido en símbolo de progreso, el tren permitió a los candidatos empezar a hacer cortas paradas en pequeños núcleos poblados, poco acostumbrados a recibir visitas ilustres. Los lugareños abarrotaban la estación y el tren llegaba puntual. El candidato no necesitaba pisar la tierra que visitaba; hablaba a la multitud desde una plataforma acondicionada en el extremo trasero del tren. Tan pronto terminaba de hablar, el tren se ponía en marcha en dirección al siguiente pueblo.




En la imagen vemos al demócrata
William Jennings Bryan haciendo campaña en Wellsville, un pueblo perdido en el límite de Ohio con Pennsylvania y Virginia Occidental, durante su famosa gira en tren en otoño de 1896. Al fondo, el río Ohio.


Mientras su rival republicano, el Gobernador de Ohio William McKinley, hacía una cómoda "campaña de porche" recibiendo a diferentes delegaciones en su mansión de Canton, el Congresista Bryan, que tenía como siete veces menos fondos que McKinley y el apoyo de menos periódicos, optó por recorrer el país en tren.
Emprendió viaje el 11 de septiembre y no paró hasta el 1 de noviembre, dos días antes de las elecciones. Él y su mujer comían y dormían en el tren. Solo descansaban los domingos.


Pronunciaba entre 20 y 30 discursos cada día. Daba igual si era en una gran ciudad o en el más insignificante de los pueblos. Y en cada parada sus hombres recogían dinero pasando sombreros entre el público para poder seguir financiando la campaña.


El otro gran referente de las campañas de ferrocarril fue
Harry S. Truman. En la segunda semana de septiembre de 1948, el Presidente número 33 inició su ya legendaria gira de 33 días (qué fijación con la edad de Cristo) en su tren Ferdinand Magellan modelo Pullman, que le llevó incluso a hacer una parada en un pueblo perdido de Idaho donde jamás habían visto un candidato presidencial en carne y hueso.




Al ser Truman el Presidente titular, el tren no solo se convirtió durante un mes en el cuartel general de su campaña, sino también en
una Casa Blanca ambulante. Se trataba de un tren de dieciséis vagones, que incluía el vagón privado del Presidente, el único con aire acondicionado; un vagón-secretaría; un vagón de trabajo para el personal de la Casa Blanca, otro con camas para el personal de la Casa Blanca; cuatro vagones dormitorio para la prensa; uno como sala de prensa; dos que servían como comedores; cuatro para los ferroviarios; y uno como sala de mandos.


En octubre de 1964, Lady Bird Johnson recibió el encargo más difícil: encabezar una gira en tren por el Sur Profundo para defender la Ley de Derechos Civiles que su marido había firmado ese mismo año. En cuatro días, la Primera Dama recorrió más de 2,500 kilómetros entre Virginia y Louisiana, pasando por las Carolinas, Georgia, Alabama y Mississippi.



La gira le sirvió al Presidente Johnson para mantener Virginia y Carolina del Norte, pero Carolina del Sur, Georgia, Alabama, Mississippi y Louisiana dieron la espalda al candidato presidencial demócrata en noviembre, cuatro de ellos por primera vez desde el Siglo XIX.


El Presidente Ronald Reagan recuperó esta tradición el 12 de octubre de 1984. Un viernes, a tres semanas de las elecciones, recorrió los pequeños pueblos del Oeste de Ohio, a lo largo de 1,931 kilómetros entre Dayton y Toledo, con paradas de media hora. Alquiló el mítico Ferdinand Magellan, el mismo tren con el que Truman había recorrido 46,284 kilómetros en la campaña del 48 para ganar las elecciones gracias al voto rural.


El tour de Reagan en tren generó
gran excitación en lugares donde nunca pasa nada, y sirvió incluso para producir un memorable anuncio televisivo: "La barbería cerró tres horas antes. La fábrica cerró al mediodía. A través del estado, la gente tomó tiempo para algo especial: un tren que lleva al Presidente de los Estados Unidos, y trae un nuevo espíritu de objetivos cumplidos, optimismo y orgullo..."


Reagan en Sidney, Ohio



Reagan en Lima, Ohio




Reagan en Ottawa, Ohio



Reagan en Deshler, Ohio

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