Antes de viajar a Carolina del Norte, Donald Trump ha hecho un pequeño alto en la campaña para asistir al mayor súper evento social del año en la capital federal: la inauguración simbólica (ya se había estrenado en realidad) de su Hotel Internacional Trump de Washington, DC, situado a unos pasos de la Casa Blanca (la de ahora y la del futuro).
Nunca la inauguración de un hotel fue cubierta por tantos reporteros nacionales de primera fila. Acompañado de su esposa, Melania, y cuatro de sus cinco hijos, el magnate ha cortado la cinta inaugural y ha explicado que ha gastado menos dinero y ha necesitado menos tiempo de lo previsto para reformar el hotel.
Lo ha presentado como una muestra de lo que podría hacer por los Estados Unidos de América, haciendo revivir un gobierno federal "estropeado."
"Con la notable excepción del 1600 de la Avenida Pennsylvania, esta es la pieza inmobiliaria más codiciada de Washington DC," ha presumido. Y las autoridades, esas mismas que ahora reniegan de él, se la adjudicaron a su empresa.
"Lo de hoy es una metáfora de lo que podemos lograr por este país," ha dicho. "He vivido una gran vida y ahora quiero devolverle al país que tanto me ha dado."
Trump se ha declarado "cansado de las excusas" de los políticos profesionales como su adversaria demócrata, y ha dicho que "no hay nada que no podamos lograr."
Cortando la cinta
Súper discurso
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