Con una hora de retraso, seña de identidad de su campaña, Donald Trump (R) se ha estrenado en California en esto de dirigirse a activistas y políticos en convenciones estatales. El front-runner republicano, que ha hablado en el banquete del mediodía, ha ofrecido un discurso más ahorrativo que el de ayer en Costa Mesa, pero lo suficientemente trumpiano como para entretener a los asiduos a las aburridas reuniones de partido.
Trump ha mencionado que tiene 1,001 delegados (hoy mismo ha sumado dos más en Rhode Island) y ha hecho un llamamiento a la unidad de los republicanos. "Tenemos que unirnos," ha dicho antes de añadir: "Creo que ganaremos incluso aunque no estemos unidos. Lo creo porque van a votarme a mí."
Se ha presentado como un outsider, burlándose de la finura de los políticos profesionales. Si otros, como Ted Cruz y Jeb Bush, quieren darle su endorsement, perfecto. Pero "no me preocupa."
Pondrá en juego Nueva York, Michigan, Florida y Pennsylvania en noviembre, ha asegurado tan campante.
Sobre la inmigración ilegal, un problema prioritario en California, ha dicho: "Queremos que vengan personas a nuestro país. Simplemente, queremos que lo hagan legalmente."
En el exterior del hotel ha habido decenas de manifestantes con banderas extranjeras (concretamente mexicanas) que han creído avistar a El Donald cuando han visto a uno de sus seguidores con el traje de superhéroe.
(Fotos: @yamphoto)
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